martes, 22 de septiembre de 2015

CAPITULO 4 (primera parte)






Sentada en su automóvil en un semáforo de Lago Tahoe Boulevard, Paula abrió su archivo sobre Pedro Alfonso y se quedó mirando su foto. No podía distinguir muchas de sus características por debajo de su casco y gafas de sol, pero algo sobre su sonrisa arrogante se estiraba en ella y retorcía su intestino.


Quería creer que un tipo con una sonrisa como esa, y con un perfecto registro por quince años, no podía iniciar un incendio potencialmente mortal. Sin embargo, como investigadora de incendios provocados había sido entrenada para buscar lo peor, incluso cuando nadie más podía verlo.


Ella había trabajado para Cal Fire5 desde que se graduó de la universidad hacía ya cinco años. Cuando su hermano había muerto, su jefe, Alberto, le había dicho que se tomara todo el tiempo que fuese necesario. Pero la muerte de Antonio lo había cambiado todo. Los incendios provocados se habían convertido en algo personal. No sólo algo horrible que le pasaba a lo extraños que ella entrevistaba para sus investigaciones. En los últimos seis meses, había puesto a más incendiarios en la cárcel que cualquier otro investigador en la historia de Cal Fire.


Clavar incendiarios se había convertido en algo más que una gran manera de utilizar su título en Justicia Penal, siendo una parte del mundo que lucha contra los incendios en que ella se había criado: Se había convertido en su misión, junto con encontrar a la persona responsable de encender el fuego que había quitado la vida de Antonio.


Había esperado que hubiera un nombre y un rostro asociado a ese fuego para estas alturas, alguien en quien podría enfocar su ira. Sin embargo, durante seis largos meses había seguido una pista muerta tras otra.


No era técnicamente su caso; ella había estado en contacto diario con Cathy Hart, la investigadora de incendios del estado asignada al caso, pero estaba tan frustrada y determinada como si lo fuera. Y, si era sincera consigo misma, sabía que Cathy no estaba muy emocionada con ella persiguiéndola a cada paso, y probablemente no estaría muy contenta cuando se enterara de que Paula había utilizado el incendio forestal de Desolation Wilderness como la excusa perfecta para quedarse en Lago Tahoe durante un par de semanas.


Paula quería hacer algo de investigación en el caso de Antonio en persona, en lugar de por teléfono o vía e-mail. 


Sobre todo porque sabía que Cathy estaba a punto de presentar el incendio bajo “accidente”. Paula no dormiría toda la noche otra vez hasta que supiera exactamente a ciencia cierta lo que había iniciado el fuego que tomó la vida de Antonio.


Pero por la próxima semana o así, tenía que centrarse en el actual incendio. Miró de nuevo hacia abajo al archivo de Pedro Alfonso. Era una pila alta hasta los hombros de actos heroicos. Los registros escritos de sus quince años como un bombero HotShot pintaban el cuadro de un protector, un héroe nato que salvó queridos bienes del estado, preciosas pertenencias de personas, y vidas humanas. Parecía ser un hombre que arriesgaba su propia vida sobre una base diaria porque eso era lo correcto.


Al mismo tiempo, ella no dudaba de que Pedro también era adicto al riesgo. Enganchado a la adrenalina. Eso era parte del trabajo.


Si los bomberos HotShot no querían, no necesitaban, patear el culo de un incendio, este patearía los suyos.


Por el contrario, los incendiarios tendían a ser hombres y mujeres cuya fascinación por el fuego los atraía al bosque verano tras verano simplemente por la emoción de estar parados en medio de un incendio fuera de control.


Pero este caso era diferente. Porque esta era la primera vez que había tenido que evaluar la culpabilidad de un bombero HotShot. Si Pedro Alfonso fuera un bombero voluntario, las cosas serían mucho más claras y fáciles. Los bomberos voluntarios a menudo estaban desesperados por la gloria y la acción. Hace varios años atrás, incluso había contribuido en un informe del FBI sobre identificar y prevenir bomberos incendiarios. No era sólo el aburrimiento lo que llevaba a los bomberos voluntarios a iniciar incendios forestales. El dinero era con frecuencia un factor también. Ellos hacían más dinero extinguiendo incendios, a menudo rastrillando pago de horas extras si el incendio era uno muy malo. Pero los HotShot obtenían un montón de acción y en muy raras ocasiones necesitaban encender sus propios incendios.



Sin embargo, a pesar de que poner a un bombero en suspensión era una de las peores partes del trabajo de Paula, justo a la altura de interrogar a los sobrevivientes que habían perdido todo, ella haría su trabajo, no importa cuán feo se volviera. Y se aseguraría de poner a otro pirómano tras las rejas.


Ella sacudió la cabeza, tratando de darle sentido a lo que sabía sobre el caso, dándose cuenta de que nada en el archivo de Pedro Alfonso se ajustaba al perfil de un bombero pirómano. Sin embargo, no podía ignorar los hechos.


Dos veces en la última semana unos excursionistas habían informado de un comportamiento extraño al guardabosque. 


Evidentemente, el bombero HotShot se había visto enredado con un fuego de campamento durante sus días sin incendios


Ella había entrevistado a ambos grupos de excursionistas por teléfono y le habían dicho que Pedro había actuado de manera extraña cuando se le fueron encima. Tan pronto como el incendio había sido notificado, el guardabosque había contactado con el Servicio Forestal con esta información condenatoria.


Y entonces, justo ayer, el nombre de Pedro había sido mencionado en la línea de denuncias anónimas: “El Oso Humeante” sobre incendios forestales. Combinado con sus objeciones muy públicas en las últimas semanas a las reducciones en los pagos de pensiones y salud para los bomberos veteranos, su jefe le había asignado al caso inmediatamente.


Sin la caída de rayos naturales a quienes culpar, y dado que el noventa por ciento de todos los incendios forestales se debían a incendiarios, todos los dedos apuntaban directamente hacia Pedro Alfonso, el líder del equipo de Bomberos HotShot local.


Ella apoyó su archivo en el asiento del acompañante, luego volvió sus ojos de nuevo a la espesa columna de humo negro que se levantaba desde el fondo del valle. Cambiando la marcha a 4x4 por un estrecho camino de tierra junto a la autopista 50, segura de que el equipo estaría en la montaña luchando contra el fuego, ella prescindió de la Estación de Bomberos HotShot de Tahoe Pines y se dirigió directamente a la cima de la cresta.


Los actuales informes del Servicio Forestal indicaban que el incendio estaba en constante crecimiento, pero aún bajo control. Encendió los limpiaparabrisas, rociandolo con líquido para limpiar la fina capa de hollín. Se inclinó hacia delante, entornando sus ojos hacia el cielo. El humo lo había convertido en una bruma gris. ¿Por qué tenían la impresión de que se trataba de un incendio controlado?


Desde su ventajoso punto de vista, parecía ser todo lo contrario. Y un incendio subestimado era uno mortal. Una vez que un incendio explotaba podría consumir todo a su paso, incluyendo cualquier bombero que estuviera actualmente en la montaña.


Paula fue golpeada repentinamente con una oscura premonición. Quemaduras. Víctimas mortales. Oh Dios, ella nunca tendría que haber vuelto aquí. Las peores horas de su vida las había pasado en Tahoe Lake después de la muerte de Antonio. A diferencia de las multitudes de turistas que venían a jugar, esquiar y acampar, cuando ella miraba alrededor no veía hermosos lagos y altísimos pinos.


Ella veía muerte.


Depresión.


Y una tarde imperdonable en los brazos de un extraño.


Deslizándose sus protectores, agarró sus binoculares y salió de su automóvil, caminando rápidamente al punto de anclaje en la parte superior de la montaña. Un par de cubos de suministros médicos sin descargar habían sido arrojados por debajo de un grueso arbusto de artemisa seco.


La alarma se instaló por debajo de su esternón. Este incendio claramente había estallado, y sin embargo no había camiones de agua, ningún helicóptero haciendo caer gotas de agua, ningún equipo adicional de extinción de incendios forestales corriendo hacia el sector.


Tenía el corazón en la garganta mientras se movía hacia un grupo de bomberos HotShot parados en la cima de la cresta. 


Escaneó los rostros de los bomberos, contó diecisiete hombres. Lo cual significaba que todavía quedaban tres en la explosión.


¿Uno de esos hombres era su sospechoso? ¿Y ya se habría dado cuenta él que si uno de sus compañeros moría en este incendio, las sanciones serían mucho peor que sólo millones de dólares en restitución por la pérdida de propiedades? Él sería acusado de asesinato... y pasaría la vida viviendo con una aplastante culpa.


Un hombre mayor, que ella supuso era el jefe del escuadrón, hablaba constantemente por radio.


Pedro. Samuel. Cristian. Respondan si pueden oírme.


Ella miró por la colina en fuego hasta que pudo ver tres figuras moviéndose lentamente hacia ellos, sus duros cascos blancos siendo benditos signos de vida.


El jefe de escuadrón había gritado el nombre de su sospechoso y brevemente se preguntó cuál de los tres era, pero no podía aferrarse a la idea. No cuando lo único que quería era que los tres bomberos salieran con vida.


Ella no podía soportar pensar en el sufrimiento que las familias de estos hombres enfrentarían; en el momento en que recibieran “la llamada”, cuando sus mayores temores acerca de un hijo, un hermano o un marido que fuera bombero se hicieran realidad.


Ella lo había vivido. Era horrible.


El fuego estaba rodando por la montaña como una ola. Paula nunca había visto nada como esto, nunca había querido verlo. A pesar de que su hermano había soñado con ser bombero desde que era un niño, ella nunca había querido luchar físicamente contra los incendios. Su padre había sido el primero en sugerir que pasara de la justicia penal a la investigación de incendios provocados, y él había estado en lo cierto. Esta era su forma de apagar el fuego en su sangre.


Aun así, desde la muerte de Antonio, ella había evitado los incendios reales a toda costa. Ahora no se sentía preparada en absoluto para presenciar la destrucción, y la sentencia de muerte, en primera plana. Luchó contra una visión de cómo debió haber sido para Antonio antes de morir, el humo negro inundando su visión, la grieta de una viga en llamas saliendo debajo de sus botas, la certeza de que iba a morir.


Pero ella no podía pensar en él ahora, no podría mantener su almuerzo dentro si se dejaba ir a ese lugar oscuro.


Un silencio mortal se cernía sobre los hombres mientras miraban las llamas saltar en el aire. Una vez que un incendio estallaba de esta manera, ningún bombero cuerdo volvería a entrar. No sin arriesgar aún más vidas. Diecisiete hombres no tenían más remedio que ver a tres de los suyos morir.


Paula observaba impotente, una impensable pregunta ardiendo en su cerebro: si estos tres hombres morían hoy, ¿cómo borrarían la imagen de sus mentes los otros bomberos? ¿Cómo lo haría ella?


Porque incluso desde esta distancia, Paula podía ver que los hombres estaban a punto de ser consumidos por las llamas. 


Todo lo que tomaría era un viento fuerte y serían absorbidos por la tormenta de fuego, su piel y huesos fundiéndose mientras aún vivían. La bilis subió por su garganta y se la tragó, sabiendo que no podía desviar la atención de cualquiera de los bomberos vomitando o desmayándose.


El hombre de barba gris gritó en su radio:
—Golpea la pared. Golpea la pared. Golpea la maldita pared.


Paula había estado tan cegada por las llamas rojas y anaranjadas que no había visto la cara de la roca que se extendía fuera del cañón. Si los hombres pudieran pasar más allá de la roca, esto podría obligar a la explosión a ir por un camino diferente, uno que les perdonaría la vida.


Pero ella sabía que no podían oír las instrucciones del jefe del escuadrón. Incluso si no hubieran desechado ya sus radios para ahorrar peso, no serían capaces de oír nada sobre el rugido del humo, las llamas y la sangre latiendo en sus oídos.


Vamos, vamos, vamos, gritó en silencio, apenas manteniendo las palabras en su garganta.


El fuego azotó a las pequeñas figuras y Paula atrapó un jadeo un momento después cuando una ola de gas derribó a uno de los hombres, tirándolo boca abajo en la tierra. 


Poniendo su mano sobre su boca, ella aspiró su grito, el humo abrazando sus pulmones incluso desde esta distancia.


Ella vio con horror como los dos hombres en la delantera dieron marcha atrás para ayudar al tercero.


Los lazos de hermandad de un bombero significaban más que cualquier otra cosa, más que incluso salvar sus propias vidas. Los otros dos hombres iban a morir ayudando a su amigo.


Ella oró por ellos, moviendo sus labios sin emitir sonido. No era la única rezando. La cima de la montaña se había convertido en una vigilia silenciosa.


Y entonces, lo que pareció minutos más tarde, pero podrían haber sido segundos por todo lo que sabía, el grupo de tres bordeó la pared de roca. Dos de ellos sosteniendo a un tercero, e incluso entonces, corrieron cuesta arriba a un ritmo que la mayoría de los corredores sin carga no podría igualar en el pavimento plano.


El hombre de la radio se giró hacia el equipo.


—Va a haber quemaduras. Deshidratación severa. Conmoción. Nosotros no vamos a perderlos ahora. A ninguno maldita sea.


Instintivamente, Paula ocupó su lugar en la cadena humana cuando todo el mundo trabajó rápidamente para descargar y establecer los suministros médicos y tiendas de campaña. 


Les tomaría a las ambulancias más de treinta minutos hacer su camino hasta aquí.


Varios bomberos llevaron al HotShot quemado a la sombra de una carpa recientemente construida, la piel de sus manos de color rojo brillante y con ampollas. Temblando, se aseguró de que no iba a vomitar antes de reanudar la tarea de traer agua fresca y vendas a su tienda.


Dando gracias a Dios de que el joven estaba a punto de quedar completamente inconsciente, vio como sus compañeros bomberos eliminaban la ropa que no se había derretido con el fin de echar agua fría sobre sus quemaduras.


El olor a carne quemada era inevitable.


A pesar de que había pasado cinco años entrevistando sobrevivientes de incendios y enjuiciando incendiarios, nunca había presenciado personalmente a esos hombres yendo más allá de los límites humanos para escapar de un incendio mortal. Intelectualmente sabía que la vida de su padre y su hermano había sido algo más que simplemente apagar el fuego, pero ellos siempre habían estado tan llenos de risas y alegría que se había permitido olvidar la realidad de lo que hacían.


Encontrarse cara a cara con ese dolor, y tan increíble valentía, sacudió a Paula hasta la médula. Su estómago se retorció con náuseas, pero no se permitiría perderse otra vez. Ella era más fuerte que eso.


Tenía que ser fuerte.


Los dos bomberos restantes se movieron en su línea de visión, se apoyaban en los amplios hombros de sus compañeros de equipo. Estaban cubiertos de polvo y hollín, salvo la parte blanca de sus ojos. Llevados a la sombra de dos tiendas más, succionaron agua. Ambos altos, sus físicos magros aunque musculosamente perfeccionados para la asombrosa proeza que acababan de realizar.


A raíz de estas serias lesiones, era difícil mantenerse en la tarea y recordar que ella estaba aquí en la búsqueda de un pirómano. Pero con el fuego volando y un bombero HotShot herido, el caso había pasado a ser mil veces más importante.


Paula mantuvo sus ojos fijos en el hombre al que estaban llamando Pedro cuando él se quitó el casco. Finalmente capaz de ver su cara, ella tropezó hacia atrás contra el tronco de un árbol.


Oh, Dios. Él.


El camarero.


Él lucía exactamente igual.


Duro.


Maravilloso.


Y cubierto de sudor y cenizas debido a que acababa de escapar de un estallido mortal.


Cerró los ojos y se aferró a la corteza mientras la tierra giraba demasiado rápido. Durante todo este tiempo había pensado que su mayor error era un camarero. Un hombre sexy con una gorra de béisbol que le había preparado una bebida y la ayudó a suspender el tiempo, aunque sólo fue por un puñado de minutos.


No un bombero.


No uno de élite.


Y definitivamente no su principal sospechoso.




5 Departamento Forestal y de Protección contra Incendios.







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