jueves, 24 de septiembre de 2015
CAPITULO 13 (primera parte)
Había sido otra larga noche en el bosque. Pedro se restregó una mano por los ojos, obligando a los últimos vestigios de cansancio a retroceder. El fuego estaba extendiéndose rápido. Pronto comenzaría a cobrar vidas.
Había recorrido los senderos, uno tras otro conforme se separaban unos de otros como dedos de la palma de una mano. Afortunadamente, no había encontrado ningún punto caliente esta vez, no había tenido que enterrar las brasas.
Pero no podía seguir haciendo esto cada día, no podía resistir la incesante paz por mucho más tiempo.
Había tomado unas pocas horas de sueño antes que el sol hubiera salido y había llamado a Dennis para advertirle sobre la investigación. Pero había sido demasiado tarde, en un nauseabundo giro de la suerte Paula ya estaba en el helicóptero de Dennis. Buscando oro.
Ella había tenido que exprimir la información de Jose, pero Pedro no estaba tan seguro sobre Dennis. Desde que él se había convertido en un bombero HotShot, su relación había estado un poco tensa. Era casi como si Dennis pensara que Logan se había unido solo para besarle el culo a Jose.
Pedro había dejado de intentar hablarle como amigos hacia bastante tiempo. A veces las cosas iban bien entre ellos, a veces no lo hacían. Dennis podía ser hipersensible, y aunque las conversaciones siempre comenzaban amigablemente, algún inocuo comentario a menudo fastidiaba las cosas.
Había descubierto demasiado pronto qué tipo de día era este.
Observó el helicóptero dirigirse de regreso hacia la zona de aterrizaje desde atrás del volante de su camioneta hasta que vio a la novia de Dennis entrar en el aparcamiento.
Jenny era una alta pelirroja de piernas largas que automáticamente hacía que la cabeza de un chico se girara para averiguar si sus tetas eras reales o falsas. Pero no era de su tipo, y no sólo porque la mayor parte de los chicos en el pueblo ya hubieran tenido un paseo.
Hacía diez años, casi había sido seducido por sus largas piernas y grandes ojos verdes. Pero después de haber descubierto que ella casi lo había hecho con la mitad de los chicos del grupo, la había dejado pasar antes de que las cosas se le fueran de las manos. Y para cuando Dennis había comenzado a salir con ella a comienzos de este año, se imaginó que lo que paso con ella eran viejas noticias, así que mantuvo la boca cerrada, y le deseó lo mejor a su amigo, incluso aunque ella todavía hacia frecuentemente algún movimiento hacia él cuando estaba borracha.
Francamente, no era la primera mujer comprometida que se le echaba encima, por lo que no quería interpretar nada en ello.
—Eh, Pedro. —Ella salió de su camioneta—. Acabo de oír lo de tu suspensión. No puedo creer que te acusen de provocar este fuego.
—Las noticas vuelan, ¿verdad? —Justo como había pensado anoche, no hay nada tan jugoso como un héroe caído.
Ella puso la mano en su brazo.
—¿Cómo lo estás llevando?
Apreció su apoyo, pero no estaba dispuesto a meterse en esto con ella. O con alguien más. Todo lo que importaba era limpiar su nombre, no estar de brazos cruzados lloriqueando por ser falsamente acusado de pirómano.
—Trabajando para limpiar mi nombre así pueden encontrar al verdadero pirómano y yo puedo volver a apagar fuegos.
—Sólo para que lo sepas, nadie piensa que lo hicieras. Y todo el mundo está súper cabreado por el hecho de que te señalaran.
—Gracias —dijo mientras el helicóptero se dirigía hacia ellos— supongo que pronto lo solucionaremos todo.
—Qué situación de mierda —dijo ella, mientras sacudía la cabeza en conmiseración— sé que tienes mucho en la cabeza ahora mismo, pero Dennis y yo iremos a desayunar cuando aterrice. ¿Hay posibilidad de que te unas a nosotros e intentes relajarte un rato?
—Lo dejaré para otra ocasión —dijo— pero me alegra que estés aquí. Tengo que pedirte un favor.
—Lo que sea que necesites, estaré feliz de poder ayudar. Tanto Dennis como yo lo estamos.
—En algún momento del día, ¿podrías echarle un vistazo a Jose? Está un poco lento. Sé que realmente apreciaría algo de ayuda en la cabaña.
—Ningún problema. ¿Qué quieres que haga? ¿Poner la colada? ¿Limpiar?
—Eres adivina —dijo, agradecido de tener una cosa menos de la que preocuparse— gracias.
Ella hizo una mueca.
—Habría ayudado antes, pero sabes cómo es Dennis con su padre. No sé cuál es su problema. Jose es increíble.
Pedro no iba a entrar en eso. El daño entre Dennis y Jose no era asunto suyo. Había pasado años intentando no meterse en medio.
Poco después, el viento y el ruido de los rotores del helicóptero los obligó a retroceder. Pedro estiró el brazo para estabilizar a Jenny, sin soltarle los hombros hasta que las aspas se detuvieron. A través del cristal, podía ver a Paula y a Dennis hablando. De repente, el rostro de Dennis pasó a un desagradable tono rojo y lo siguiente que Pedro supo fue que Paula estaba echando chispas fuera del helicóptero sobre el asfalto. Cuando ella lo vio sus ojos se abrieron por la sorpresa, luego rápidamente se estrecharon.
Apenas tuvo la opción de notar su interesante elección de moda, incluso un pantalón de chándal y una camiseta lucían condenadamente bien en ella, antes que estuviese delante de él. Respirando fuego.
—Tú y yo tenemos que hablar. Ahora.
No esperó a que él estuviera de acuerdo antes de caminar hacia la pequeña oficina al borde del aeródromo. Ella abrió su móvil e, inmediatamente, Pedro se preguntó a quién estaba llamando y por qué. Y en cuántos problemas iba a meterle.
Primero, sin embargo, tenía que averiguar lo que Dennis ya le había dicho.
—La jodí, hombre. —Fueron las primeras palabras que dijo Dennis.
—Oh, mierda. Se lo dijiste.
Las manos de Dennis se extendieron frente a su cuerpo mientras defendía su cagada.
—No sabía quién era ella. No me lo dijo hasta que aterrizamos. Vi el fuego y no tenía bastante cafeína aún y no pude controlar mi boca.
Siempre había excusas con Dennis. Siempre las había habido. Jose y Dennis lo habían acogido cuando no tenía a nadie más y daría su vida por su familia adoptiva, pero eso no significaba que justo en este momento no estuviera cabreado como el infierno.
Jenny miró de uno a otro.
—¿De qué estás hablando, Dennis? ¿Quién es esa mujer? ¿Qué le contaste?
—Ella es investigadora de incendios provocados. Está aquí por el incendio de Desolation. —Dennis parecía a punto de llorar—. No quería traicionarte —le dijo a Pedro— lo juro, hombre.
Jenny miró impotente a Pedro.
—Él no lo sabía todavía. Iba a decírselo cuando aterrizara.
—Ella se giró hacia su novio— Pedro ya ha sido suspendido por el incendio. Es la razón por la que está parado aquí ahora —bajó su voz a un susurro— esa mujer está investigándolo.
Pedro nunca había visto a Dennis más cabreado. O nervioso.
—Oh Jesús, lo siento, Pedro. Tienen que saber que tú no harías nunca nada como eso, ¿verdad?
—¿Qué le contaste sobre mi?
Jenny lanzó una mirada interrogativa a Pedro.
—¿De qué están hablando? ¿Qué porquería tienen entre ustedes? ¿Es algo que pueda meterte en problemas?
Un músculo saltó en la frente de Dennis.
—Juro por Dios que lo que le conté eran cosas estúpidas de niños. Nunca intentaste herir a nadie. Sólo estabas cabreado con todo el mundo. —Un torrente de palabras estaban saliendo de su boca mientras trabajaba en limpiar su conciencia—. Lo siento, hombre. Pero incluso sabiendo esa cosa en la que estabas metido, no hay forma en que ella pueda imputarte este fuego. Todo el mundo sabe que los Bomberos HotShot son hombres santos por aquí. —Dennis miró nerviosamente hacia Jenny—. Además, sería imposible conseguir alguna evidencia buena. Todo está ardiendo. Estás a salvo.
Dennis siempre tuvo la habilidad de decir cosas estúpidas como esa. Una ráfaga de viento les espolvoreó cenizas mientras recordaba que nada de esto era culpa de Dennis.
Dennis no había sido un pirómano, él sí.
—No te preocupes por ello —le dijo a su hermano adoptivo.
Se giró y se dirigió a la oficina para enfrentarse a Paula. Era hora de hacer un serio control de daños.
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