jueves, 24 de septiembre de 2015
CAPITULO 12 (primera parte)
La alarma sonó a las seis menos cuarto de la madrugada y le llevó a Paula un buen rato averiguar dónde estaba. Fue a trompicones hacia el cuarto de baño, y cuando vio su camiseta sin mangas de Amo Lago Tahoe en el espejo, todo le llegó de vuelta.
Reconocer a Pedro en la cima de la montaña.
Quedarse sin respiración cada vez que él estaba cerca.
La horrible y amenazadora nota en la habitación quemada del motel.
Hablar sobre Antonio con el jefe de bomberos.
Y lo peor de todo, el beso de Pedro en la playa.
Había estado sola, cansada y asustada, con todas sus defensas bajas cuando él se acercó para el beso. Para la matanza. Y ella se lo había permitido. Realmente dejó que la besara. Porque lo había deseado más que nada en el mundo, incluso pese a saber que se arrepentiría. Y se arrepentía, Dios, cómo se arrepentía de eso. No había sido capaz de apartarlo, no había sido capaz de detenerse a sí misma de estirarse hacia él y tirar de su duro cuerpo contra el de ella.
Afortunadamente, con el nuevo día llegaba la claridad. Y la confianza renovada. Sabía cómo hacer que sus compañeros de trabajo y amigos hablaran, sabía que finalmente encontraría a alguien que estuviera simplemente muriéndose por contar sus secretos. Y entonces podría tomar una decisión cuidadosamente calculada sobre su culpabilidad... o inocencia.
Se dirigió rápidamente hacia la ducha, luego con cuidado se aplicó el maquillaje que mantenía en su bolso. No había dormido bien y necesitaba ocultar las oscuras manchas bajo sus ojos y ponerse presentable para lo que fuera que el día le deparara.
Una camioneta blanca entró en el aparcamiento, con neumáticos de gran tamaño. El conductor bajó la ventanilla y asomó su cabeza. Parecía tener la edad de Pedro y llevaba perilla. Había algo familiar en él, pero no podía adivinar qué era.
—¿Paula Chaves? —le sonrió mientras ella bajaba las escaleras y sacudía su mano— Dennis. Encantado de conocerte —señaló con el pulgar hacia la cafetería— ¿te importa si tomamos una rápida taza de café antes de partir? Una larga noche. Sabes cómo es.
No, no lo sabía. Ella ya no trasnochaba, no quería molestarse actuando como si se estuviera divirtiendo con un tipo cuando simplemente no le importaba. Pero él era el piloto, no ella, así que dijo:
—Por supuesto, me parece bien. —Incluso cuando cada segundo de luz solar que perdía era una oportunidad más para que Pedro la localizara y se pegara a ella como pegamento.
Dennis le sostuvo la puerta abierta y ella entró, esperando pacientemente mientras él pedía dos cafés para llevar.
Realmente no quería uno, sabía que el fuerte brebaje negro sólo le provocaría nauseas en el estómago vacío, pero tomó la taza de todos modos.
La música country sonaba estridentemente desde la radio y salieron del aparcamiento.
—¿Y qué te trae al pueblo?
Siempre que era posible, a Paula le gustaba moverse bajo el radar. Cuanta menos gente supiera lo que estaba haciendo, más hablarían.
—He escuchado a la gente llamar a Lago Tahoe la octava maravilla del mundo. Pensé que podría comprobarlo por mí misma.
—¿Tienes alguna parte del lago a la que te gustaría ir primero?
Ella sacudió su cabeza.
—De hecho, me gustaría ir a las montañas, si no te importa.
Le echó una mirada divertida.
—Es la primera vez que alguien ha pedido eso. Quiero decir, los árboles son una bonita vista y todo eso, pero ¿estás segura que no quieres simplemente pasar sobre el lago en su lugar? Es realmente bonito, especialmente en esta época del año.
—Tal vez más tarde, gracias.
Entraron en el aparcamiento del aeródromo y se detuvieron junto a un helicóptero. Tomó una respiración profunda. Los helicópteros no eran su medio favorito de transporte, especialmente dado que estaba destinado a ser un viaje agitado sobre el fuego mientras calientes bolsas de aire giraban a la pequeña aeronave como una brasa. Como siempre, se sorprendió de lo pequeña que era la aeronave, incluso con espacio para tres pasajeros y un piloto. Mientras subía a bordo, sus codos golpearon contra la puerta. La ventana frontal iba desde el suelo hacia el techo, envolviéndolos desde la cabeza hasta los pies. Se abrochó el cinturón de seguridad y se puso los auriculares que él le tendió.
La radio estaba esperando con un flujo constante de voces organizando equipos para remolcarse dentro y fuera con un cubo de agua tras otro.
—Sabía que había un fuego activo, pero no me di cuenta que era tan grande —comentó Dennis conforme las aspas comenzaban a girar— ¿todavía quieres dirigirte a las montañas? Podría ser difícil ver mucho con todo ese humo.
Ella asintió mientras se elevaban en el aire.
—Estoy segura que será fascinante.
—Caramba —dijo él— parece la madre de los fuegos. En realidad, conozco a la mayoría de los chicos que están abajo.
Ella se movió en su asiento para mirarlo con más cuidado.
—¿Los conoces?
—Síp, mi padre era un bombero HotShot. Ya sabes, uno de esos tipos súper héroes que apagan salvajes fuegos mortales.
Ella asintió y dijo:
—Guau, suena intenso.
¿Había golpeado completamente el premio gordo por accidente? Sólo Dios sabía lo desesperadamente que necesitaba algunas pistas, y en este punto, tomaría cualquier cosa que pudiera obtener, especialmente del hijo de un bombero HotShot local. Tal vez sabría algo sobre Pedro.
—Mi padre estaba seriamente cabreado cuando no seguí sus pasos y me uní al equipo. —Se encogió de hombros—. ¿Qué puedo decir? Luchar contra incendios no es lo mío, incluso si todos en el pueblo piensan que la mierda de esos tipos no apesta. —Le lanzó una sonrisa—. Preferiría llevar turistas guapas en mi helicóptero cualquier día.
Ella se obligó a sonreír en respuesta, incluso aunque estuvo ligeramente intimidada por su cumplido. La verdad era que las habilidades de pilotaje de Dennis eran muy demandadas por el Servicio Forestal. Él podía haber ayudado a apagar muchos fuegos durante estos años. Pero ella no estaba allí para hacer juicios morales sobre las profesiones de otras personas.
Dirigiendo la atención de Dennis de vuelta al incendio, preguntó:
—¿Está tu padre ahí abajo ahora mismo?
—No, se retiró hace pocos años. Pero mi hermano lo está. Bueno, mi hermano adoptivo, de todas formas.
Paula se quedó sin respiración y se encontró a sí misma tosiendo. Había estado planeando contactar con el hijo de Jose, Dennis Kellerman, un poco más tarde esa mañana. En cambio, había tenido suerte y él se había ofrecido en bandeja. Mejor aún, él no tenía ni idea de quién era ella, y parecía tener una boca muy grande. La clave era mantenerlo hablando tanto como pudiera.
—¿Estás bien? —preguntó él.
Ella tragó saliva con fuerza.
—Estoy bien. Lamento esto. De todas formas, creo que estabas diciéndome que tu hermano adoptivo está allí abajo. ¿Estará bien?
Se encogió de hombros.
—Por supuesto, él estará bien. Pedro conoce su camino alrededor del fuego mejor que casi todo el mundo.
Paula intentó por todos los medios no traicionar ningún reconocimiento ante el nombre de Pedro. Ahora mismo lo más importante era seguir haciendo pequeñas preguntas inocentes y averiguar tanto como fuera posible sobre su sospechoso.
—¿A qué te refieres?
—Él se mudó con nosotros cuando tenía diecisiete años.
Caramba, la gente no lo conocería ahora, hace muchas cosas buenas, pero entonces era un tipo duro.
Dennis estaba equivocado. Pedro todavía era un tipo duro, en letras mayúsculas. Cualquier mujer podía verlo.
Especialmente ella. El hecho de que hiciera buenas acciones diariamente sólo lo hacía más ardiente. Su respiración se detuvo cuando se encontró a si misma haciéndolo de nuevo.
Permitiéndose idealizar a Pedro sólo porque era atractivo y sus besos la hacían arder de necesidad.
Dennis continuó diciendo:
—Era un poco pirómano cuando vino a vivir con nosotros. Solía encender fuegos todo el tiempo. Probablemente es por eso por lo que es tan bueno apagándolos.
Dios santo, eso era lo que Pedro había estado escondiéndole.
Su pasado incendiario.
Paula estaba tan asombrada que apenas podía mantener la conversación.
—¿Y le dejan trabajar en una unidad de elite con semejante pasado?
Dennis resopló.
—De ninguna manera. Nadie sabe sobre su pasado. Nadie excepto mi padre y yo. —Le lanzó una mirada—: Y ahora tú. Pero, ¿qué demonios te importa algo que hizo un bombero cualquiera hace un trillón de años? No se lo digas a nadie, de acuerdo —bromeó— no querría meter al bastardo en problemas.
Fabricó otra sonrisa, incluso cuando se le ocurrió que pese a que Pedro se había mudado con Jose cuando era un adolescente, y que ellos eran prácticamente hermanos, basado en todo lo que Dennis le había dicho, obviamente él no sabía que Pedro era sospechoso en el incendio forestal del Desierto de Desolation. Los dos hombres no debían estar lo bastante unidos como para que Pedro lo llamara y le confiara sus problemas. Paula hizo una nota mental para averiguar por qué.
Pero Dennis no había terminado de contar su parte todavía.
—La mayoría de las chicas que conozco adoran a los bomberos. ¿Tú también?
Hizo una pausa para hacer como si lo estuviera pensando.
—Supongo.
Él bufó de nuevo.
—Si las mujeres tuvieran alguna idea sobre cuántos traseros consiguen esos tipos se lo pensarían dos veces antes de desear meterse en la cama con ellos —pareció darse cuenta de lo que estaba diciendo demasiado tarde—. Lo siento, no quería ser grosero. Normalmente no realizo vuelos de madrugada, pero estuve de vacaciones toda la semana pasada y estoy compensando horas.
Ella ondeó su mano hacia él y le dijo:
—No te preocupes por eso. —Aunque la verdad era que nunca se había sentido más humillada.
Una parte tonta y estúpida de ella había querido pensar que la conexión que había sentido con Pedro durante sus quince minutos en el bar, incluso la noche anterior cuando la había besado, significaban algo. Pero ahora que Dennis había confirmado que ella era una más de muchas, era hora de enfrentarse a la verdad. Incluso mientras continuaba tambaleándose ante su descubrimiento sobre la piromanía de Pedro, tenía que aceptar que no había conexión entre ellos. Y nunca la habría.
Un momento después, llegaron al fuego. Cuando miró a través del nítido cristal de la base del helicóptero se quedó sin aliento.
—Dios mío, toda la cordillera está ardiendo.
Dennis señaló justo al este de la cordillera.
—Fíjate allá. Esos vecindarios están a punto de calcinarse.
Contuvo una maldición. El equipo de HotShot había hecho un trabajo increíble de defensa, pero no podían mantener la ofensiva eternamente. Las casas comenzarían a arder hoy.
Una a una, gente inocente lo perdería todo. Todas sus fotografías. Los regalos que les habían dado. Los recuerdos que habían guardado por motivos sentimentales.
La sensación de violación que había sentido la noche anterior al perder una maleta y el ordenador no era nada comparado con lo que esa gente estaba a punto de pasar.
Todo lo que podían hacer era reunir a sus hijos, perros y gatos y largarse, sólo para observar sus casas arder en las noticias.
—No tenía ni idea de que era tan malo —dijo Dennis—. Definitivamente tengo que regresar. Estoy seguro que me llamarán en cualquier momento para ayudar con cargamentos de agua. Lamento acortar tu viaje. Hablaré con mi jefe para asegurarme que no te cobre por el viaje.
Ella asintió comprensivamente, pero necesitaba averiguar un par de cosas más antes de que regresaran.
—Antes de que volvamos, ¿puedes decirme mirando las llamas donde podrían haberse originado?
Ella ya lo sabía, por el obvio patrón en forma de V en la ladera, y una vez que fuera seguro entrar en el terreno, se dirigiría a las colinas para obtener la información que necesitaría para completar el informe. Pero ahora mismo quería oír lo que Dennis tenía que decir sobre ello, para ver si tenía suerte de nuevo y accidentalmente le revelaba algo más.
Dennis estudió el terreno.
—Habría sido más fácil decírtelo ayer antes que se descontrolara, pero mi primera suposición sería justo allí. Es bastante difícil ver a través del humo —continuó— pero vuelo sobre estas montañas cada día, así que pudo decir lo que está diferente.
Ella sacó un mapa topográfico.
—¿Podrías señalar ese lugar en mi mapa?
—¿En serio? —preguntó, frunciendo el ceño mientras la miraba más cuidadosamente— ¿por qué querrías saber esto?
Quizás había sido una buena cosa que no tuviera un traje limpio para ponerse esta mañana. No había forma que él imaginara que ella era una investigadora de incendios provocados en su traje de turista. No hasta que se lo dijera de todos modos.
—Para mi álbum de recortes.
—Lo que sea —dijo mientras se movía en su asiento para señalar una sección del mapa, y ella obtuvo un fuerte olor a gasolina en sus dedos.
Se volvió para mirarlo más cuidadosamente, estudiando las líneas simples de su cuerpo, el descuidado modo en que sus manos descansaban sobre el volante y la caja de cambios.
Su conversación con Albert colgaba pesadamente en su mente. No podía confiar en nadie. No importaba lo fidedignos que parecieran, no importaba lo inocentes que lucieran.
¿Era posible que Dennis supiera quién era ella todo el tiempo y estuviera simplemente alimentándola con información sobre Pedro para sacarla de rumbo?
Y entonces, mientras ella doblaba el mapa y lo metía en su bolso, él dijo:
—Me alegra no haber realizado esa excursión de senderismo la semana pasada con Pedro y mi padre. De otra forma, probablemente tendríamos a un investigador de incendios provocados en nuestro culo ahora mismo. Especialmente ya que parece que esas casas se van a quemar.
Ella utilizó un momento extra trabajando en el broche de bronce que mantenía cerrado su bolso, contenta de tener algo que hacer con sus manos para no revelar accidentalmente su intenso interés.
—Buena idea suspender el viaje —estuvo de acuerdo— ¿por qué no fueron? —dijo ella en un tono amistoso e improvisado que estaba totalmente en desacuerdo con el significado de su respuesta.
—Mi padre no estaba preparado —dijo mientras los giraba y dirigía de regreso al lago— y yo tenía otras cosas de las que ocuparme.
Ocupada digiriendo todo lo que Dennis le había dicho durante su iluminado vuelo, Paula miró a través de la amplia extensión de agua azul y se quedó momentáneamente sorprendida por la belleza que la rodeaba. Incluso con la muerte de su hermano inexorablemente conectada a Lago Tahoe, no podía ignorar la magnificencia de la naturaleza en todo su esplendor.
—Gracias por el viaje —dijo, sabiendo que no podía mantenerlo en la oscuridad por mucho tiempo. Tan pronto como aterrizaran y él desbloqueara las puertas le diría exactamente quién era ella, porqué estaba en Lago Tahoe, y que volvería a contactar con él con más preguntas en un futuro muy cercano.
Sin duda, Dennis estaría sorprendido. Especialmente considerando todo lo que le había contado.
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