lunes, 26 de octubre de 2015
CAPITULO 19 (tercera parte)
Paula corrió todo el día siguiente con los cambios de turnos en el restaurante, para una lección de arte privada en la casa de uno de sus estudiantes favoritos, y finalmente para la noche de tejido del jueves con el grupo en el Lake Yarns en Main.
Sus amigas ya estaban allí. Rebecca y Sue de la posada.
Kelsey tomándose unas pocas horas lejos de su niña. Un par de madres con quienes estaba en el tablón de arte de la escuela, una de las cuales se quejó de estar embarazada por cuarta vez.
—De hecho, lloré cuando me enteré —confesó la mujer—. He aquí que pensé que había terminado con los pañales, que todos estarían en la escuela durante el día, y ¡zas! Esos sueños se convierten en humo.
Paula estaba contenta de que todas las demás estuvieran hablando a la vez, alternativamente consolando y felicitando a la mujer, porque simplemente no podía hablar por el nudo amargo en su garganta.
Dios, no debía picar tanto ver a alguien conseguir todo lo que ella quería. No sólo un niño, sino cuatro.
Pero de ninguna manera trató de replanteárselo, todavía picaba como loco.
Una vez que el vino había sido servido, los brownies pasaron alrededor, y todas finalmente habían sacado sus diversas obras en progreso, Rebecca se volvió hacia ella en el pequeño sofá que las dos estaban compartiendo con Kelsey.
— ¿Te hiciste algo en el pelo, Paula? Te ves diferente.
Era gracioso, cuando se había mirado en el espejo esa mañana, había hecho una doble mirada de sí misma. Dejó caer sus agujas, una de ellas chasqueó en el suelo.
—No. Todo está igual que siempre.
Sólo que no lo estaba. No, en absoluto.
Kelsey levantó la vista de la bufanda en la que estaba trabajando, había un brillo en sus ojos.
— ¿En serio? ¿Exactamente igual? ¿Incluso con Pedro quedándose contigo?
Paula no pudo controlar el rubor que le pegó justo en medio de las mejillas.
— ¿Cómo sabes de Pedro?
—Recogió uno de los autos de Tim.
—Y yo lo conocí en la posada —añadió Rebecca.
Paula tuvo un deseo loco de pegarle a cada una de sus amigas con una aguja.
—Stu iba a darle el sofá de su habitación hasta que la novia del infierno se fuera, pero…
Kelsey terminó su frase:
—Supongo que consiguió una mejor oferta.
—No me dijo sobre el sofá de Stu —dijo Paula—. Lo hizo sonar como que tendría que ir todo el camino hasta Piseco.
La sonrisa de Rebecca se hizo más grande.
—No se puede culpar a un hombre por estirar un poco la verdad.
—No cuando luce de esa forma, de todos modos —bromeó Kelsey.
Esta vez, Paula no pudo resistirse a golpear en cada uno de sus brazos.
— ¡Ay! —dijeron ellas a coro.
—Estás irritable —dijo Rebecca—. Definitivamente algo está cocinándose.
Treinta y tres años de sentir una cosa y decir otra la tenían al borde de sostener a sus amigas en la ignorancia con un En serio. Nada está pasando, nada en absoluto.
Pero esta no era su antigua vida, estas no eran sus viejas amigas con quienes todo se suponía debía permanecer superficial.
Estas eran las mujeres con las que se había relacionado con demasiadas margaritas en un barco de fiesta. Habían derramado lágrimas juntas por sus errores del pasado, así era cómo sabía que el pasado de Rebecca tampoco había sido precisamente color de rosa.
Sus amigas no la juzgarían. Y tal vez, si hablaba de lo que estaba sintiendo con ellas, podrían ayudarla a conseguir tener la cabeza bien puesta.
Sin embargo, no quería que todo el mundo en la tienda de lana supiera sus asuntos, por lo que bajó la voz y mantuvo su cabeza sobre un suéter a medio terminar.
—Tienen razón. Algo cambió.
Había estado pensando todo el día en esto, sin embargo, todavía era difícil encontrar la manera de ponerlo en palabras.
—Toda mi vida he hecho lo más seguro, siguiendo las reglas de los demás. Lo único impulsivo que hice fue casarme con Jeremias, pero eso fue sólo una extraña señal en la pantalla del radar, algo que creo que hice más para molestar a mis padres, para mostrarles que podía tomar mis propias decisiones. Y entonces tuve diez años más de seguridad. De aburrimiento.
—Lo seguro no siempre funciona, ¿verdad? —murmuró Rebecca, sus dedos volaban sobre la lana y las puntas de madera mientras hacía la pregunta.
—No —dijo Paula—. Nunca me llevó a ninguna parte. Lo mejor que hice alguna vez fue dejarlo todo y venir aquí.
Miró hacia las agujas y la lana en sus manos, dándose cuenta de que no había hecho una puntada de punto o de revés todavía.
— ¿Estás diciendo lo que creo que estás diciendo? —preguntó Kelsey, sin molestarse en ocultar la emoción en su voz.
Por supuesto, todas sus amigas veían a Pedro como el magnífico bombero. Pero era mucho más complicado que eso.
Sabiendo que tenía que ser honesta, no sólo con sus amigas, sino con ella misma sobre todo, Paula dijo:
—Las probabilidades de que todo se resuelva a largo plazo con Pedro son de escasas a ninguna. Regresará a California pronto y ya ha dejado perfectamente claro que no tiene el menor interés en una esposa e hijos. Pero…
Ahora sus amigas también habían dejado de tejer, todas las sonrisas habían desaparecido mientras escuchaban atentamente.
—Estoy harta de intentar con tanta fuerza tomar las decisiones correctas todo el tiempo —asintió hacia la mujer embarazada por cuarta vez a través de la sala—. Tiene todo lo que quiero. Pensé que si seguía todas las reglas, lo conseguiría también —la amargura llegó de nuevo—. Tengo treinta y tres años. Estoy harta de esperar el momento perfecto, la situación perfecta, el hombre perfecto. Todo lo que sé es que nunca he sentido una atracción como esta antes.
Respiró hondo. Y luego otra vez.
—Todo lo que sigo pensando es que incluso si todo termina siendo un gran error, al menos sabré que realmente viví, por una vez en mi vida. Porque maldita sea, esta vez quiero dar un salto.
No para cabrear a alguien. Ni para demostrarle nada a nadie. Sino simplemente porque todo en su cabeza, corazón, y cuerpo señalaba hacia Pedro.
Había satisfecho a todo el mundo durante mucho tiempo.
Y esta vez, quería algo para sí misma.
Rebecca tomó su mano derecha.
—Entonces yo digo que deberías saltar.
Kelsey le tomó la mano izquierda.
—Y sabes que vamos a estar aquí para atraparte si nos necesitas.
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