Jose esperó hasta que oyó a su madre salir de la casa para llamar a su padre.
—Hey Jose—dijo su padre— no esperaba tener noticias de ti. En especial, no tan temprano.
Miró el reloj, se dio cuenta que eran apenas las 7:30 am.
Pero había esperado tanto tiempo como pudo.
—Quiero ir a vivir contigo.
Hubo un silencio en la línea.
— ¿Quieres decir que quieres venir para una visita de nuevo?
—No. Quiero vivir contigo a tiempo completo.
— ¿Has hablado con tu madre acerca de esto?
—No, pero probablemente estará feliz de tenerme fuera del camino para que ella y ese tipo puedan terminar lo que estaban haciendo sobre el capó de ese auto.
— ¿Hay un tipo? ¿Sobre el capó de un auto?
—Ella estaba besuqueándose con algún imbécil del que dijo que solía estar enamorada.
—Andres.
—Síp —dijo Jose, cada vez más y más frustrado con esta conversación. ¿Por qué su padre no estaba diciéndole que empacara sus maletas ya?—. Así que está bien que me mude, ¿verdad?
—Oye chico, sabes que me encantaría tenerte conmigo, pero voy a estar en Asia la mayor parte del mes que viene.
—Puedo pasar el rato por mi cuenta —dijo Jose, pero en ese momento oyó la voz de una chica y luego a su padre contestando—: Es mi hijo, cariño. Enseguida regreso.
Sólo su hijo.
El mensaje no podía haber sido más claro. Sus padres estaban demasiado ocupados jodiendo para que les importara una mierda él.
—Olvídalo —dijo Jose justo antes de golpear el teléfono.
*****
—Es Brian.
Se estaba poniendo mejor y mejor. Primero Andres. Luego Jose. Ahora Brian. Todos los hombres de su vida conspirando contra ella.
— ¿Qué pasa?
—Yo sabía que él volvería por ti.
— ¿Quién? ¿De qué estás hablando?
—Acabo de hablar por teléfono con nuestro hijo. Me dijo que Andres está de vuelta.
¿Cómo es que después de diez años, siempre que el tema de Andres surgía, su ex se las arreglaba para sonar herido?
Y ella todavía se las arreglaba para sentir culpa.
Pero Andres no era asunto de Brian.
— ¿Por qué llamo Jose?
—Quiere vivir conmigo. A tiempo completo.
—No.
—No te preocupes —dijo rápidamente—. Ya le dije que no iba a funcionar.
—Jesús, Brian. ¿Es así como lo dijiste? ¿Te diste un segundo para pensar como lo haría sentir eso?
— ¿Y tú? ¿Cuándo estabas sobre el capó del auto con el hace tanto tiempo perdido Andres, estabas pensando en tu hijo entonces?
Vete a la mierda peleó con touché en la punta de su lengua.
—Gracias por la advertencia —fue lo que finalmente logró manejar—. Tendré una charla con Jose esta tarde.
Colgó el teléfono, su corazón pesado por su hijo, por lo difícil que estaban siendo los quince años.
Al mismo tiempo, su corazón estaba pesado por ella misma.
No importaba si alguna vez llegaba más allá del perdón con Andres, si alguna vez aprendía a confiar en él de nuevo.
Porque no había manera de que su hijo alguna vez lo aceptase.
Tal vez si Jose no los hubiera visto en el estacionamiento, tal vez si ella no hubiera admitido que Andres fue una de las grandes razones por las que su matrimonio no había funcionado, entonces las cosas podrían ser diferentes.
Pero no eran diferentes.
Y nunca lo serían.
*****
Saliendo por la puerta trasera de su casa, se dirigió a través de los árboles, hacia la pila de madera entre su propiedad y Poplar Cove.
La casa del imbécil que había estado deshuesando a su madre mientras crecía.
Jose odiaba sentirse culpable por robar los cigarrillos. Tanto como odiaba sentir que nada de lo que hacía era correcto ya, no importaba dónde se encontraba, no encajaba.
Había intentado llamar a Hannah, pero ella seguía dejando que pase al buzón de voz. Y lo peor de todo era que, sabía que era su culpa, se había disgustado por la forma en que explotó ante su mamá.
Porque esa era la cosa, había veces que podía verlo todo tan claro, cuando podía ver que su madre estaba haciendo todo lo posible y él lo estaba arruinando. Pero, otras veces, no podía conseguir un control sobre su ira, su frustración.
Los cigarrillos y el paquete de fósforos rebotaron en su bolsillo y los sacó, los sostuvo en su palma sudada.
Realmente no lo estaba sintiendo ahora, pero sólo un perdedor se iría sin al menos fumar uno, ¿verdad?
Golpeando uno fuera del paquete como había visto hacerlo a la gente en las películas, encendió un fósforo y lo acercó al cigarrillo. Con suerte encendería el lado correcto del mismo, pensó mientras ponía el otro lado entre sus labios.
De pie en el bosque, con un cigarrillo encendido en su boca, por un segundo se sintió completamente rudo. Como si estuviera finalmente en control de su propio destino.
Y entonces dio una calada.
El cigarrillo salió volando de su boca hacia las hojas secas cuando tosió y se atragantó. Mierda, eso era lo más repugnante que jamás había probado. ¿Cómo podía la gente realmente fumar eso a propósito?
Humo azotó alrededor de sus pies, las hojas secas rápidamente ardiendo cerca de las suelas de goma de sus zapatillas, y cuando sus ojos dejaron de lagrimear se dio cuenta que las hojas se estaban incendiando, todas sus estúpidas fantasías infantiles yéndose con el humo también.
En pánico, hizo una danza de la lluvia en encima de las hojas y la tierra, sintiéndose como el idiota más grande que jamás había existido, lo único que quería era ir al restaurante de su madre, sentarse en el mostrador con un cómic, y que ella le hiciera un triple batido de chocolate espeso. Al igual que lo había hecho cuando era un niño.
Finalmente, cuando había sellado el pequeño fuego por completo, se fue a casa y enterró el paquete de cigarrillos y los fósforos en la parte inferior de la basura de la cocina antes de ir al cuarto de baño para ducharse del olor a humo.
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